B.K.S. Iyengar

“Cuando practico, soy filósofo, cuando enseño, soy científico, cuando demuestro, soy artista”

Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar nació el 14 de diciembre de 1918, cuando su madre Sheshamma padecía los efectos de una epidemia de gripe. Su padre, Sri Krishnamachar, era maestro de escuela y Sundararaja fue su decimotercer hijo. Sundararaja no disfrutó de buena salud durante su infancia: víctima de la malaria, el tifus y la tuberculosis en una época en la que los antibióticos no existían.
A la edad de dieciséis años, Sundararaja comenzó a practicar el yoga con el marido de su hermana mayor, Sri T. Krishnamacharya, hombre de gran fortaleza física, con mucho talento, cultura y una autoridad en las escrituras. Enseñó yoga en el palacio del Maharaja de Mysore. Fue un maestro muy exigente.

En Pune soportó tiempos difíciles: sin casa, ni amigos, ni familia, en un estado (Maharastra) cuya lengua y cultura le eran extrañas. Aunque había vivido en casa de su Guru, durante dos años, antes de ir a Pune, su relación con Krishnamacharya había sido muy limitada y no tuvo muchas oportunidades de aprender de él. Por lo tanto, en Pune, decidió practicar con interés y atención para adquirir conocimiento de su propia experiencia. Continuó solo, ajustando y definiendo las asanas y así lograr la perfección y precisión.
Podía faltarle la comida, pero nunca descuidaba la práctica. Practicaba durante largas horas hasta llegar a comprender las técnicas de cada asana y sus efectos. Esta perfección y precisión de su práctica se reflejó en su enseñanza y el número de alumnos se incrementó. Sin embargo, en aquel tiempo, impartiendo clases de yoga no se obtenían suficientes ingresos para sobrevivir en una ciudad.
Sundararaja vivía en los límites de la pobreza, sin saber, a menudo, de dónde llegaría su próxima comida.